Por todos lados aparece el mantra moderno de aprender de los fracasos. Las empresas desarrollan una cultura que permite el fracaso o la prueba fallida para así aprender de eso.

El fracaso en la mayoría de las empresas no es bien visto y tiende a generar acciones de evitar ser el de la culpa, ocurre el “finger pointing” y se buscan culpables.

Pero también hay casos en que se busca aprender estratégicamente. El líder decide que ya paso el problema o el experimento piloto y ahora hay que aprender. ¿Cómo hacer para aprender?

Una práctica que ayuda es nombrar un equipo de autopsia del proyecto o mejor expresado, equipo post mortem, que se enfoque en ubicar qué pasó, no quién falló.

¿Dónde debe buscar el comité de post mortem? ¿Qué debe buscar para no volver a fallar? Supongamos que se trata de una empresa de desarrollo de software que decide lanzar una nueva aplicación, pero después de una campaña de marketing no logra la adopción por los usuarios y por tanto no llegan los ingresos esperados. Esto significa un fracaso en términos clásicos. ¿Cómo aprovechar la experiencia?

¿Cómo aprender en el post mortem? Algunos temas y preguntas pueden ser:

  1. Mercado / usuarios: ¿Entendimos realmente sus necesidades?, ¿las cumplimos?, ¿se adelantó al tiempo correcto?, ¿se trató de un lanzamiento prematuro?, ¿se parece el producto a otras aplicaciones?, ¿fue un asunto de “price point”?
  2. ¿Cómo ha sido la gestión de recursos?, ¿se asignó el presupuesto adecuado?, ¿se gastó correctamente?
  3. ¿Fueron asignados los expertos y desarrolladores más capaces al proyecto? ¿Hubo rotación de personal durante el proyecto? ¿Tuvo continuidad?
  4. ¿Se lanzó el producto oportunamente?, ¿se aceleraron los tiempos antes de que estuviera listo?
  5. ¿Fue la estrategia de lanzamiento la más adecuada? ¿La publicidad fue adecuada?

Con este análisis, que depende del tipo de proyecto, tamaño de la empresa y departamentos involucrados, podemos iniciar con la cultura de aprender a aprender y no a culpar. Así la empresa puede avanzar generando innovación y conocimientos tecnológicos de mercado, financieros, de procesos y organizacionales.

De esta forma se puede afianzar la cultura de permitir los fracasos porque siempre habrá un remanente de beneficios en conocimiento que podrá ser aplicado a futuros proyectos.

Y tú, ¿cómo analizas tus fallas y “no éxitos”? ¿Tienes el valor de volverlo a intentar?