El pensamiento estratégico es la respuesta a las necesidades de empresas, organizaciones o países que requieren una visión holística y a largo plazo para alcanzar sus objetivos en el futuro.

En las evaluaciones de talento o en las definiciones estratégicas de una ruta de acción, con frecuencia aparece el concepto: la persona o la empresa necesita pensamiento estratégico.

El pensamiento estratégico no es sencillo ni está disponible en abundancia. Implica la capacidad de anticipar, planear, organizar y responder de manera proactiva a situaciones internas o del entorno para concretar oportunidades y minimizar riesgos.

El pensamiento estratégico está integrado por un conjunto de hábitos personales del líder y de la empresa que permiten evaluar de manera continua el panorama donde opera la empresa: economía, tecnología, mercado, comprendiendo las interrelaciones entre los elementos que influyen sobre una situación o problema.

Comprender todos los factores y las circunstancias o necesidades de la empresa es necesario para que los líderes puedan trazar rutas de acción y tomar decisiones informadas para lograr objetivos.

Cuando hablamos de pensamiento estratégico esto incluye también la capacidad de pensar a largo plazo, considerar no solo las soluciones inmediatas o temporales y sus efectos inmediatos, sino sus efectos para ese largo plazo. Esto conduce a pensar y planear para múltiples escenarios posibles. Se trata de minimizar la incertidumbre y evitar las sorpresas.

El pensamiento y los hábitos estratégicos no son solamente de una persona o del líder. Requieren de un enfoque colaborativo y también multidisciplinario. Los problemas son cada vez más complejos y se necesita involucrar diferentes especialistas para tener opiniones complementarias, diversas y creativas.

En resumen, pensar estratégicamente implica proactividad, colaboración y pensar a largo plazo para enfrentar posibles amenazas y aprovechar las oportunidades.

Y tú, ¿qué tan estratégico es tu pensamiento? ¿Cómo lo puedes aumentar?