Al parecer las empresas están llenas de ilusiones. Las ilusiones son buenos deseos, esperanzas y proyecciones que, acompañados de movimientos e iniciativas, tranquilizan conciencias mostrando optimismo y confianza al estar haciendo algo para resolver el problema.

Una de las ilusiones más frecuentes se presenta al programar proyectos, establecer planes de acción y fechas para lograr objetivos entre otras actividades. Los proyectos están llenos de optimismo. Se programan sin considerar las experiencias previas en proyectos iguales o similares. A esto los expertos lo llaman: la falacia de la planeación. Este fenómeno psicológico y social fue descrito por Daniel Kahneman y Amos Tversky en 1979. Kahneman es el autor del popular libro: Thinking Fast and Slow.

Estos autores demostraron que al hacer predicciones sobre el futuro se confía más en la intuición que en los datos duros o en las estadísticas. Sucede cuando sobre estimamos nuestra capacidad productiva y sin darnos cuenta nos convertimos en optimistas al momento de estimar fechas o recursos necesarios para realizar un proyecto o lograr un objetivo importante.

En ocasiones me toca participar en procesos de selección de ejecutivos y cuando se trata de ejecutivos de TI una de las preguntas es en cuántos proyectos de desarrollo o implementación de softwares ha participado, cuál ha sido el rol en ellos y cuál es el tiempo y el costo estimados del proyecto y en donde terminaron los proyectos. Es casi normal, la implementación se lleva más del doble del tiempo estimado y a veces el costo es varias veces más alto de lo proyectado inicialmente.

También hay un efecto de ilusión aceptada para los jefes, a quienes se les presenta un escenario optimista porque eso es lo que están esperando, a pesar de que la historia muestra que no es posible lograr esos resultados en ese tiempo.

También sucede que ante la presión por cumplir plazos que los estimados se hacen optimistas, ilusiones al fin de cuentas, a sabiendas de que reflejan lo que esperan de ellos, no lo que va a suceder en realidad.

El optimista tiende a subestimar riesgos asociados con un proyecto ya sea por falta de conocimiento sobre el proyecto o por la tendencia a verlo todo optimista.

Así van apareciendo los nuevos proyectos: nuevo software ERP, construcción de la nave industrial, compra, arranque y estabilización de la nueva maquinaria, todos con proyecciones muy optimistas, todos los participantes muy contentos e ilusionados, mientras no aparecen las demoras, los sobrecostos, las consecuencias de la falta de aquel software o aquel producto. Viene entonces otra ronda de promesas, igualmente optimistas para el tramo que falta, con costos subestimados y tiempos increíbles, pero otra vez, reina la ilusión de la falacia de la planeación.

Y tú, ¿cómo planeas tus proyectos? ¿Construyes tus propias ilusiones o controlas tu optimismo?