Una pregunta frecuente de los fundadores se refiere a cuándo deben empezar a trabajar los hijos y nietos en la empresa. El riesgo es que si es muy pronto los jóvenes pueden aburrirse o desencantarse de la empresa y el trabajo o sentirse frustrados por no vivir la vida que supone debe acompañar a la juventud.
El riesgo inverso es que si se posterga la iniciación, el tiempo para acceder a los altos puestos directivos o para dominar la operación, se prolongue más allá del momento en que se le necesita en la empresa. Los trabajos y puestos son cada vez más complejos y requieren más tiempo para su aprendizaje y la formación del heredero.
G. Colvín en Talent is Overrated habla de la posibilidad de preparar niños prodigio para los negocios de la misma forma que se prepara o se forma un músico, un pianista o violinista desde la infancia a los 5 o 6 años, o como a los jugadores de ajedrez muy temprano en su vida. Su tesis principal es que los grandes maestros en todos los campos no nacen, se hacen con la práctica continua y deliberada por largos periodos de tiempo y cada vez ese tiempo de preparación se hace más largo por el aumento en complejidad de todos los campos de las actividades y el saber humano. Por eso la posibilidad de formar a los familiares es cuestión de tiempo y práctica sistemática.
En los tiempos actuales las oportunidades de aprendizaje del negocio familiar son más escasas. Los trabajos requieren mayor conocimiento. Los tiempos en que se podía ayudar los sábados o durante el verano en la tienda de la familia o en la granja son mínimos. Ahora hay que organizar las actividades de los niños y jóvenes para cumplir la apretada agenda escolar, de deportes, artística y social. Además de los tiempos de redes sociales. Antes los tiempos naturalmente estaban programados para trabajar en la siembra o en la cosecha y los calendarios escolares en muchos países consideraban esos períodos para vacaciones de los alumnos .Esto ha estado desapareciendo rápidamente.
Las horas de las comidas en muchas culturas eran foro de formación de los hijos en las familias. Los temas del negocio de los padres o de la familia se trataban abiertamente y los hijos tenían ya por su experiencia de trabajo algo que decir en los temas o cuando menos aprendían a hablar del negocio. Ahora lo más cerca que están de los negocios es jugando Monopoly.
En cambio los niños juegan fútbol como si fueran a ser profesionales, horas de práctica y coaches especializados, torneos, formación en una posición o una habilidad. Las niñas cantan y bailan como si fueran a formar parte de un ballet o actuar en Broadway o Hollywood.
Entonces, si le interesa formar a sus herederos puede empezar lo más temprano posible, no precisamente a tomar decisiones de inversión de alto valor, pero si puede empezar en la bodega a cargar o acomodar mercancía, hacer inventarios un verano y el próximo trabajar en el call center o en la actividad que pueda desarrollar por unas horas. La experiencia de ver a otros trabajar también es formativa.
También hay que considerar toda la información que les llega por la televisión y los juegos. El nivel de conocimientos formales e informales que tiene un joven de 15 años supera ampliamente a los que tenían sus equivalentes de 10 años atrás. Han aprendido de política y poder en House of Cards o Downton Abbey y de negocios en Breaking Bad o Mad Men. Además de reconocer estos aprendizajes conviene aterrizarlos a la realidad y a la moral de la familia.
La teoría no es que aprenda a codificar productos en el almacén, sino a entender cómo funciona la empresa, la complejidad de las interacciones y conocer a la gente a través de convivir. No sólo se trata de aprender a ser ejecutivo exitoso, sino de aprender a ser empresario y exitoso. Sus herederos tienen muy bajas probabilidades de llegar a ser Messi o Lorena Ochoa y si muy altas de ser Director General o el Presidente del Consejo de la empresa familiar o alto ejecutivo en un corporativo. Tienen que aprender cómo funcionan los negocios y cuál es el papel del empresario.
El tiempo para empezar es tan pronto como sea posible.
Al mismo tiempo que aprenden del negocio, los herederos le van tomando gusto al trabajo directivo y empresarial. El conocimiento genera interés por aprender más, por profundizar en el negocio y este retroalimenta el deseo de conocer más y de alimentar la ambición de dirigir la empresa familiar. De tomar el gusto a liderear.
Se deben cuidar las etapas y llevar un plan sobre qué debe aprender del negocio, los clientes, la competencia, la tecnología específica sin sobrecargar al aprendiz y tratando siempre de conectar lo aprendido en la escuela con la experiencia práctica.
También es importante no propiciar que este proceso lleve a abandonar la escuela. Por cada Steve Jobs o Mark Zuckerberg que abandonaron la Universidad y triunfaron en grande, hay miles que basan su éxito en la terminación de carreras, maestrías y doctorados de formación rigurosa.
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