Siempre hablamos de las generaciones como si fuera un nuevo concepto de millenials y centennials, como un descubrimiento demográfico novedoso y producto de la época. Vivimos el contraste generacional en las empresas, centros de trabajo, clubes deportivos y también en las familias.

La realidad es que para algunos filósofos como Ortega y Gasset, la historia se mide en generaciones y así se dividen los periodos de los pueblos y las naciones. Por otra parte, las características principales de las generaciones se van repitiendo cada cierto número de generaciones.

Recientemente me enteré de la existencia de una famosa carta escrita por el General Álvaro Obregón, una figura importante de la Revolución Mexicana, unos días antes de que fuera asesinado en México, a su hijo Humberto con motivo de su cumpleaños número 21, el que marcaba en esa época la mayoría de edad.

La carta empieza destacando la importancia de ese cumpleaños: llegar a la mayoría de edad, las responsabilidades y privilegios; después continúa ofreciéndole unos consejos, que, según Obregón, fueron adquiridos con la experiencia y el conocimiento del corazón humano ganado con los años.

Uno de los consejos principales es clasificarse, que para Obregón era uno de los problemas cuyo alcance muy poco se sabía comprender. En el espíritu de la carta, clasificarse equivale más o menos al moderno ubicarse. Y esto es lo que hace, diciéndole: “tú perteneces a ese grupo de ineptos que integran, con muy raras excepciones, los hijos de personas que han alcanzado posiciones más o menos elevadas, que se acostumbran desde su niñez a recibir toda clase de atenciones y agasajos que los demás niños no tienen”.

En otras palabras, para seguir con el tema de las generaciones, infiere sobre los privilegios y atenciones que las generaciones anteriores no han tenido. Para los privilegiados todos los ideales son vistos hacia abajo, mientras que los otros niños, sin esos privilegios tienen que ver siempre hacia arriba.

También habla del valor de las cosas y el esfuerzo necesario para conseguirlas y hace recomendaciones al respecto. Se despide reconociendo que Humberto no ha dado motivo de pesar o rubor a su familia.

La carta se googlea fácilmente, es recomendable para leer y reflexionar acerca de si ves hacia abajo o hacia arriba, no importa cuál sea tu generación o tu historia personal. En los primeros años del siglo pasado ya había los síntomas que hoy vivimos. ¿Qué opinas? ¿Cómo lo manejas tú o cómo lo vives?