Entre expertos en desarrollo y crecimiento personal está de moda recomendar ubicarnos siempre en el presente: no recordar el pasado ni anticipar el futuro. El mindfulness ayuda a concentrarse en el aquí y ahora como herramienta de paz y tranquilidad.
En contraste, la estrategia opera en el futuro, en anticipar el mundo. Conocer la economía, el mercado, los gustos de los clientes y la tecnología, son necesarios para trazar las rutas de acción para que la empresa logre sus ambiciones y obligaciones.
Por otra parte, el futuro ya está aquí y está cambiando aceleradamente. Todo eso debe considerarse para diseñar la estrategia de la empresa, la institución o el país.
Los procesos de definición de estrategia y planeación deberían orientarse hacia el futuro y hacia allá dirigir los pensamientos.
Sin embargo, en los procesos estratégicos existen dos grandes riesgos que se deben evitar si se desea que el proceso sea productivo y anclado en el futuro.
El primer caso sucede cuando se inician las conversaciones y en los talleres específicos el tema se centra en el pasado. Como el tiempo pasado fue mejor, en el pasado se trabajaba con más empeño, dedicación y entrega. En el pasado el empresario o el director logró grandes hazañas al conseguir clientes, convencer a los bancos, desarrollar productos y servicios maravillosos que conquistaron el mercado.
Y así pueden continuar las conversaciones, llenas de anécdotas y recuerdos gloriosos, pero poco tiempo se le dedica a radiografiar la situación actual y definir cuál es el mayor reto o dificultad hacia el futuro.
Las sesiones terminan proyectando más de lo mismo cuando en realidad se requiere un verdadero giro en el timón estratégico. Vivir en el pasado evita tomar riesgos.
Lo segundo es asumir que el futuro no será más que una proyección de lo que ha sucedido en el pasado, con los mismos competidores, las mismas variables macroeconómicas y una tendencia de crecimiento como influencia del pasado.
La realidad es que el futuro no es nunca una simple proyección del pasado. El futuro es impredecible, se puede advertir tendencias, anticipar cambios, pero el futuro hay que inventarlo.
No solo es el caso de la pandemia el que nos muestra eventos inesperados. Continuamente suceden cambios en las modas, en los gustos de los consumidores, en regulaciones y disposiciones legales, etc., qué hay que anticipar y luego reaccionar ante ellos.
Los datos son historia. Hay que construir las rutas del futuro con creatividad e innovación sistemática. Evitar la complacencia de vivir en los límites del confort y en cambio vivir en el futuro estratégico.
Y tu estrategia, ¿en qué tiempo está ubicada?
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