A veces las iniciativas estratégicas se convierten en una secuencia de eventos que llevan a una decisión que no deja satisfecho a nadie. Todos están de acuerdo con la decisión final, pero no tienen claro cómo llegaron a ella.
En teoría de decisiones, esto es una muestra de lo que se llama group think y lo ejemplifica un fenómeno llamado la Paradoja de Abilene, concepto identificado y bautizado por JB Marvey en 1974.
Esta paradoja describe el fenómeno que sucede cuando los miembros del grupo, por ejemplo, el equipo líder de una empresa se inclina por lo que parece ser la opción preferida por todos, aunque en el fondo nadie está realmente de acuerdo con esa elección.
La historia del nombre, Paradoja de Abilene, proviene del relato de una familia que, en un día extremadamente caluroso, deciden ir de Coleman Texas, donde viven, a Abilene que está a 53 millas, a comer en un restaurante del pueblo.
Aunque ninguno realmente quiere hacerlo, la joven pareja y los suegros, todos afirman que es eso lo que quieren hacer. Se montan en automóvil y allá van, 53 millas de ida y 53 de regreso a 40°C y en aquella época sin aire acondicionado. Al regreso, bien asoleados y cansados empiezan las recriminaciones. Ni siquiera quien propuso el viaje estaba muy contento con la idea y las culpas aparecen.
Estos procesos son más comunes en estrategia de lo que parece. A pesar de contar con personas inteligentes y preparadas, la falta de arbitraje entre los miembros del equipo para evitar el conflicto o lograr el consenso, provocan estas fallas en las decisiones. Aquello pudiera fácilmente desmontarse o hacer que la burbuja del falso acuerdo explote con solo que alguien cuestione, y así cambia rápidamente la historia. De otra forma llegará la maquinaria que se decidió comprar, el crédito será depositado en las cuentas de la empresa o el nuevo gerente que nadie quería empezará a trabajar.
¿Cómo evitar caer en esta paradoja? Hay tres caminos, una, nombrar un “abogado del diablo” para toda decisión arriba de una cierta cantidad; dos, comprometerse a cuestionar cada decisión y tres, comprometerse a expresar abiertamente todos los cuestionamientos y a ser respetuosos con las opiniones de los demás. No se trata de evitar consensos, sino de lograrlos en aquello que realmente es lo adecuado. Es esto o acabar en dirección a Abilene.
Y tú, ¿cuáles han sido tus viajes a Abilene? ¿Cómo los evitas?
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