Como sabemos hay muy pocos goleadores mexicanos, una vez le pregunté a un entrenador de fútbol en su opinión cuál era la diferencia entre un delantero mexicano y uno argentino. Muy simple me respondió, cuando un delantero argentino falla un tiro a gol ni se preocupa, en la siguiente jugada lo va a intentar de nuevo, en cambio, cuando el mexicano falla se la pasa lamentando su falla y tarda mucho, a veces todo el juego en volver a intentar el tiro a gol. Aunque por supuesto estaba generalizando, hay algo de cierto en su opinión.
Esto, traducido a la operación de la empresa mexicana significa “no se vale fallar”, si falla el proyecto, el lanzamiento de un nuevo producto o de un nuevo servicio. La empresa tiende a paralizarse por miedo a los costos y a las consecuencias. O simplemente por estar lamentando la falla.
Para progresar en el mercado es imperativo que las empresas desarrollen nuevos esquemas de gestión, software, organizaciones y tecnologías cada vez más avanzadas. Todas estas iniciativas significan riesgos y posibilidades de equivocarse.
Un estadista que pasó por varias guerras sostenía, “la victoria es lo que queda de la cadena de errores de mis generales”. El nuevo producto exitoso en el mercado es lo que queda de las fallas de los lanzamientos anteriores. Para innovar y sobrevivir la empresa debe construir una cultura de “se vale fallar”, con todos los cuidados y la prudencia necesaria.
En algunas empresas viven con la estrategia de batear los sencillos y dobletes, lo que según Ram Charan, significa apostar a las jugadas y desarrollos de bajo riesgo, ya que buscar siempre el home run es demasiado aventurado y riesgoso. Esto no significa que la estrategia de los sencillos y dobles no implique peligro, lo que sucede es que para batear home runs en el mercado, hay que apostar a veces tan alto que se pone en riesgo a la compañía completa.
La cultura de los home runs es muy común en las empresas de tecnología donde la falla estratégica o la lentitud en reaccionar a los cambios, provoca la desaparición de empresas que hasta ese momento habían sido muy exitosas. Los cambios ahí son mayúsculos y la apuesta también.
Entre las tres visiones de la innovación, conservadurismo total donde nada se mueve, el batear sencillos y dobletes o batear de home run, la empresa debe establecer su política de riesgo adecuada y promover la cultura de que es necesario fallar para que la empresa avance y hacerlo consciente y deliberadamente.
Con frecuencia las empresas cuentan con inversiones considerables de recursos para la innovación, pero en el mercado nada sucede, nada nuevo sale de las fábricas; los productos son los mismos. Los investigadores, los mercadólogos y todos los especialistas no se deciden a actuar, posponen las siguientes etapas con mil pretextos y los procesos se atoran por el miedo a fallar; porque alguna vez la falla tuvo consecuencias desagradables y nadie quiere ahora exponerse a ese riesgo.
Si queremos que los delanteros mexicanos metan goles, habrá que enseñarles a manejar las fallas y a recuperarse rápidamente, si las empresas van a innovar deberán aprender a fallar, una y muchas veces.
Algunas recomendaciones sencillas para apoyar la cultura de la innovación.
- “Yo les hago ver a mis directores, me dijo un empresario, que yo no despido a nadie por errores de buena fe, lo hago por descuido o negligencia”. Estos principios deben ser conocidos por toda la empresa. Qué si se penaliza y que no.
- El ejército americano desarrolló una herramienta de análisis de la acción muy práctica que se llama After action review. Con esta metodología se analiza cada encuentro y cada batalla con el enemigo. Esto ha permitido aprender rápidamente las maneras de operar del enemigo y las fallas y problemas propios en esos eventos. Las empresas pueden analizar los procesos y las acciones, los casos en que fallaron y aquellos en que fueran exitosas y aprender de ahí rápidamente. Esto permite concentrarse en los procesos y aprender rápido.
- La empresa debe decidir cuál es la estrategia, si sencillos y dobles o si va por el home run. La mayoría de las empresas no pueden ser expertas en las dos disciplinas y la dualidad puede llevar a la parálisis buscando los grandes éxitos y al mismo tiempo trabajando con proyectos menores.
- Y finalmente, los líderes deben evitar criticar a la persona o al equipo responsables del proyecto o la iniciativa que falló. La reacción de buscar culpables y ajustar cuentas en lugar de aprender de las fallas, son garantía de inhibición de nuevas propuestas y posibilidades. No hay nada tan efectivo para detener la innovación como criticar abiertamente y en público lo que pudo ser simplemente una etapa de un proceso exitoso.
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