En la vida diaria todos los jefes podemos y debemos ser coaches. Todos tenemos que ayudar a ser mejores a los seguidores y colaboradores. En este proceso el coach también debe ser mejor cada vez.
El coaching es un proceso intenso, lleva al cliente al autoconocimiento y a la aceptación de fuerzas y limitaciones como camino para la mejora, busca encontrar las dificultades y tener claros los talentos. Este proceso se lleva mejor en un ambiente positivo, de alegría por los descubrimientos, por más complicados y dolorosos que sean los hallazgos, alegría por convertirlos en grandes oportunidades.
El coaching no es un avance en línea recta y mucho menos inflexible. Los avances son con frecuencia seguidos de retrocesos, la ruta no es prediseñada.
A diferencia de los procesos de ayuda psicológica que busca regresar a la normalidad a la persona, el coaching busca llevarla a dar el máximo potencial, el Peak Performance, hasta donde el cliente puede llegar. Esta es una de las diferencias entre los dos enfoques. El potencial de la persona va aumentando con los descubrimientos que aparecen durante el proceso. Aparecen nuevas posibilidades en el panorama que se va ampliando y se vislumbran nuevas metas, más ambiciosas y más retadoras.
No hay recetas estándares, la persona es única y en su ambiente de trabajo es aún más una singularidad. El Coach busca entre su caja de trucos y magias las mejores herramientas para aplicar en cada caso.
Si usted es Coach y busca mejorar su desempeño, si está actualmente siendo coacheado o está buscando un Coach, los siguientes puntos, resultado de mi experiencia de apoyar líderes ejecutivos y empresarios, y la investigación en la literatura, le pueden ser de utilidad.
- Antes del encuentro con el cliente, el coach debe tener muy claro qué piensa de la persona humana, de su potencial y su rol en el mundo. Si está de acuerdo en que la persona tiene un gran potencial para desarrollarse y crecer, que la persona humana es muy valiosa, que debe lograr su potencial y debe regresar 10 talentos por los 5 recibidos; entonces está usted en el camino correcto del coach. Demasiados casos he visto en donde esta premisa no es respetada y el fracaso es inevitable para los dos involucrados. En las películas este tema se trata frecuentemente, en la clásica “My Fair Lady” basada en la obra Pigmalión, Richard Harris está completamente seguro que puede transformar a Audrey Hepburn de una callejera en una gran dama. Proceso similar siguió Sandra Bullock en la película “The Blind Side”
- Desde esta plataforma el Coach puede iniciar el camino para lograr la confianza de su cliente. Aunque el Director quiera o Don Fulano lo haya mandado, nada bueno sucede entre el Coach y el Cliente si no se crea esa atmósfera de cordialidad y confianza. Confianza para que el cliente pueda abrirse y tenga la esperanza de que algo va a cambiar con la ayuda del Coach.
- El cordón umbilical de la relación Coach-Cliente ni siquiera debe formarse, de tal suerte que no tenga después que cortarse. La dependencia del Coach es malévola.
El objetivo del Coach es lograr que la persona aprenda a operar y mejorar por sí misma, llegar rápidamente a la autoconciencia. Saber con claridad dónde está parado, cómo está haciendo las cosas y qué le funciona y qué no es requisito para la autonomía y autogestión, los cuales son objetivos esenciales de cualquier proyecto de coaching. Los procesos de ayuda no deben alargarse indefinidamente. Hay que poner fechas y cumplirlas.
- Aunque el que contrata o asigna al Coach normalmente es la empresa, por ejemplo, Capital o Factor Humano, el cliente tiene derecho a la privacidad y confidencialidad de los temas personales que va a tratar en las sesiones. La discreción no está reñida con los necesarios reportes al cliente económico. Este es un punto delicado de la relación.
- Cuando el Coachee es alguien de alto nivel, o persona clave en la empresa, el Coach corre el riesgo de ser utilizado como correo para presentar proyectos mascota o quejas y propuestas a su cliente. El Coach se puede sentir con poder por el acceso al personaje clave, Director o dueño y desvirtuar el proceso y prestarse inconscientemente a usar el poder que da el acceso al líder. El deterioro de la relación aparece pronto cuando no se respetan estas reglas.
- El Coach debe escuchar atentamente. El protagonista es el cliente y lo importante es lo que él tiene que decir. Aunque la solución parezca muy clara desde el principio, el Coach debe escuchar toda la narrativa del cliente. Parte del proceso de cambio consiste en expresar coherentemente la problemática para poder entonces cambiar la narrativa. “Yo también soy Coach. Yo sé la respuesta, ¡Lo que necesito es que me escuchen!”. Me confió un amigo veterano de coaching.
- El Coach debe tener cuidado de caer en la tentación de proyectarse a través de su cliente. Como el papá del niño que juega fútbol y lo quiere convertir a la fuerza en otro Messi, cuando el mismo no llegó a patear bien un balón; así el Coach que trata de llevar a un cliente a escalar los puestos o niveles que él hubiera aspirado sin éxito, está destruyendo el proceso ético de apoyo. Se trata de que la persona sea lo mejor que puede ser, nada más y nada menos.
Finalmente, el Coach debe reconocer las limitaciones del coaching y recomendar la ayuda psicológica especializada, cuando las técnicas básicas del coaching no logran la transformación o cuando detecte una problemática más profunda. Esto es un tipo de consejo que el Coach debe incluir entre sus herramientas, nada fácil, pero necesario.
Ser Coach significa una gran responsabilidad. Los sueños y los anhelos de la persona pasan muchas veces por el tamiz negativo o el amplificador positivo de la figura del Coach. Este filtro o amplificador tiene que ser cada vez mejor para lograr lo mejor del cliente. El Coach debe prepararse para ser mejor ayuda para sus clientes cada vez.
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