Abundan las estadísticas que reflejan las dificultades de llevar a la práctica los planes, las estrategias y los proyectos de cambio. Según algunos estudios sólo del 10 al 15% de los planes se ejecutan a satisfacción del que lo inició y no más del 25 o 30% tienen un grado de éxito para reportar. Así abundan también las explicaciones de por qué no se logran los objetivos de la iniciativa. De lo que me he dado cuenta en la consultoría y los negocios es que una de las causas más frecuentes de esta falta de éxito, es la falta de capacitación para hacer lo que el directivo quiere que hagan sus colaboradores.
Nada sustituye la formación, el esfuerzo intenso, la inversión en maquinaria, la dedicación ni el trabajo en equipo. En las empresas sucede que a pesar de estar conscientes que el vendedor va a traer un nuevo producto en su catálogo y lo va a tratar de promover, no le damos los conocimientos mínimos para saber cómo funciona, qué ventajas tienen y cuáles son las garantías; queremos que simplemente «le eche ganas».
Ante los grandes cambios organizacionales que transforman funciones, integran estructuras con nuevas responsabilidades y con alcances diferentes, muy pocas veces se le da el tiempo y la preparación a los nuevos ocupantes de los puestos para las nuevas demandas de la función.
El grito de guerra que acompaña el lanzamiento de proyectos y las nuevas iniciativas es: «hay que ponerse a trabajar» y nunca nos damos el tiempo para aprender aunque sea lo básico del nuevo producto, del nuevo mercado o del nuevo puesto.
Las organizaciones en general no dan la importancia o bien, dan por hecho que los colaboradores nacieron entrenados o pueden adquirir el conocimiento por contacto con los compañeros. También suponen que la persona puede aprender la nueva función por contacto con los compañeros o desempeñar los nuevos roles sin que nadie lo asista.
Así que no es de extrañar que los nuevos productos agregados al catálogo básico del vendedor tengan un muy bajo porcentaje de éxito, que los proyectos de reingeniería o de rightsizing y delayering, de control total de calidad o manufactura esbelta terminen por no volar.
El mismo fenómeno se presenta en los aspectos de liderazgo. Si intentamos un cambio de cultura esto implica que las prácticas de comunicación, presentación, guía del equipo y coordinación, entre otros, cambiarán para un buen número de los líderes actuales. Para asegurar el éxito, ayuda muchísimo la capacitación en esas nuevas prácticas esperadas en la nueva cultura.
Resumiendo, si la empresa busca mejorar la ejecución de planes y estrategias, una iniciativa de gran ayuda es la capacitación en las habilidades o conocimientos que se van a requerir en los nuevos escenarios estratégicos.
Deja tu comentario