Existe una historia de un hombre valiente y solitario en un vasto desierto conocido como el hombre en la arena.
Theodore Roosevelt, famoso por su amor por las historias de valentía y superación personal, en 1910 como parte de su discurso estando en la Soborna de París, pintó un retrato vívido de este individuo, luchando contra las fuerzas invisibles que conspiraban en su contra, un relato que transmite las pruebas enfrentadas por el hombre en la arena: la sed implacable, el sol abrasador y las noches gélidas.
Sin embargo, a pesar de los obstáculos aparentemente insuperables, el hombre en la arena persiste. Con cada revés, encuentra una nueva reserva de fuerza y determinación. Su lucha se convierte en un testamento de la resistencia humana y la voluntad de sobrevivir. Personajes históricos como Richard Nixon y Nelson Mandela han dado a conocer este fragmento de lección de vida.
Este relato tiene muchas similitudes con la vida del empresario y el emprendedor, una cualidad que he percibido al conocer diferentes líderes de negocios, donde la perseverancia y la entereza para enfrentar los desafíos son características fundamentales para avanzar en la vida empresarial.
El relato de Roosevelt no solo cautiva a sus lectores con la historia del hombre en la arena, sino que también invita a la reflexión sobre la naturaleza de la adversidad y la valentía. Inspira a los emprendedores a no rendirse en el camino del éxito.
Al final, el narrador concluye su relato, dejando una sensación de admiración por la fortaleza del espíritu humano y su capacidad para enfrentar desafíos.
Así, «El hombre en la arena» de Theodore Roosevelt se convierte en una metáfora atemporal de la perseverancia y el heroísmo individual, que, trasladado a las aptitudes de liderazgo en los negocios, captura la esencia misma de lo que significa luchar contra todas las contingencias.
Te comparto el pasaje:
El hombre en la arena
No es el crítico el que cuenta; ni el hombre que señala como el fuerte tropieza, o donde el realizador de hazañas podría haberlo hecho mejor.
El reconocimiento pertenece al hombre que está realmente en la arena, cuyo rostro esta manchado de polvo, sudor y sangre; que lucha valientemente; que se equivoca; quien se queda corto una y otra vez, porque no existe esfuerzo sin error ni deficiencia; pero que se esfuerza realmente por realizar proezas; que conoce el gran entusiasmo, la gran devoción; quien se fatiga él mismo a razón de un noble empeño; quien si al final, todo va bien, conoce el triunfo que significa alcanzar un gran logro, y si sale mal, si falla, al menos falla atreviéndose formidablemente, de modo que su lugar nunca debe estar junto a esas frías y tímidas almas que no conocieron ni la victoria ni la derrota.
Y a ti, ¿Qué relatos te han inspirado en el camino de la vida empresarial? Escríbeme me gustaría conocerlos.
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