“Desde que aparecieron las áreas de oportunidad se acabaron los problemas”, se quejaba un empresario obviamente molesto con las consecuencias de las enseñanzas de la psicología positiva que sostiene que es mejor centrarse/enfocarse en las situaciones con una mentalidad de posibilidades y no con una que enfatice las carencias.

La psicología positiva es fruto de los trabajos de Martin Seligman y otros psicólogos que se dieron cuenta que la psicología solo se enfocaba en resolver y curar dejando a un lado todo el potencial de la persona. Así nació un movimiento que ha trascendido en todos los ámbitos centrado en reparar lo que está roto y en cultivar lo que funciona bien.

El énfasis en lo positivo ha traído grandes beneficios a las personas y a las organizaciones, aprovechando los valores, las experiencias y los recursos para resolver esos grandes desafíos y el crecimiento.

En contraste, en muchas empresas se usa el slogan “áreas de oportunidad” sin considerar todo el proceso de transformación necesario dentro de la empresa para adoptar e instalar los principios de Seligman de la psicología positiva en forma práctica.

El punto clave es que llámese problema, área de oportunidad o asuntos de cultura, el asunto tiene que ser resuelto para que el problema desaparezca y el área de oportunidad sea aprovechada.

Así sucede en algunas empresas, se usa como un eufemismo para evitar la realidad de los problemas grandes; las áreas de oportunidad sin resolver se acumulan, pero el nombre no es “feo” y, por desgracia, la velocidad cambia en toda la empresa comparado con que si en lugar de hablar del área de oportunidad en liquidez, se hablara de la crisis de liquidez y la falta de pago a proveedores.

Hay que evitar convertir en eufemismo el concepto de áreas de oportunidad y resolver los asuntos sin perder tiempo.

El riesgo también es el sobre análisis y perder oportunidades de negocio.

Una filosofía y prácticas tan positivas pueden ser contraproducentes si no se cuidan los detalles en lo personal y en lo empresarial.